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¿Tú qué haces con el miedo?

El miedo es de las mejores emociones que podemos experimentar en la vida. Otra cosa es lo que hemos aprendido a hacer (o a no hacer) con él. Podemos ver el miedo como una oportunidad de viajar al futuro, obtener información y volver al presente, ya que la presencia del miedo supone un posible riesgo. Si con alguna acción que planteo ejecutar o situación que surge yo siento miedo, significa que esa acción o situación, yendo a lo más básico y simple, puede hacerme perder algunas de las necesidades básicas que necesito para la supervivencia. De la misma forma que cuando el marcador de la botella gas se enciende, y tenemos que aterrizar para no estrellarnos, el miedo surge para tomar una acción y evitar los riesgos de los que me está avisando.

Creo que el miedo es a menudo solo el mensajero que dice: necesitas de verdad concentrarte en hacer esto bien, o hay algo que tienes que cambiar. Resolver el problema que se tiene entre manos, concentrarse en las partes que podemos controlar, abrir nuestra mirada, dirigir nuestra respiración, son cosas que resultan útiles una vez que nos hemos desprendido lo suficiente del miedo como para responder ante él en lugar de sentirnos controlados por el.Y tú, ¿utilizas el miedo para activar tu concentración? Creo que hay que respetar al miedo y elegir cuándo puedes trabajar con él y cuando no. Cuando estés volando, escalando, o en casa, reflexiona sobre el proceso del miedo. Ahí es donde cada uno de nosotros puede fijarse en uno mismo y a veces desentrañar claves sobre qué nos impulsa a dar nuestro máximo potencial y también que nos impide hacerlo. Otro día hablaré de cómo bailar con el miedo. El autoconocimiento es fundamental para conocer el nivel de riesgo que somos capaces de manejar. Si nos sentimos firmes y seguros volando con vientos de 30km/h, pues tanto mejor para nosotros. Si con vientos de 10km/h nos aterrorizamos, más vale que tengamos claro que esto ocurre. La clave para manejar el miedo en situaciones extremas es poseer una capacidad bien desarrollada de canalizar el miedo, sin caer presa del pánico, en acciones deliberadas que den como resultado el buen desarrollo de la actividad. En otras palabras, debemos estar anticipando constantemente riesgos y haciendo planes, con frecuencia a nivel subconsciente para que, si de pronto surgiera un problema o se diera el peor de los casos, fuéramos capaces de reaccionar con una firmeza de las que salvan la vida. Para tener capacidad, se debe poseer un nivel de autoconocimiento tan arraigado sobre cómo nos afecta nuestra reacción emocional miedo, que dicha reacción se vuelva automática. Sin conciencia propia no podemos controlarnos bien en la vida diaria, y mucho menos en una situación extrema. Debemos desarrollar el autocontrol, estar abiertos al poder de la experiencia transformadora y ser conscientes de dicho poder. Podemos utilizar el vuelo en globo como herramienta tanto para el autodominio como para la transformación. El viento se ocupará del resto. ¿Has tratado alguna vez de eliminar el miedo de tu día a día? ¿Qué resultado has obtenido? ¿Cómo gestionas tus miedos? ¿Los canalizas y utilizas en tu favor? O te canalizan a tí y te llevan donde quieren?

Viaje en globo

Te propongo 4 pasos para sobrepornerte a la adversidad una vez que ha llegado: Paciencia. La adversidad es incómoda. Nos resistimos a los cambios que nos hacen perder el equilibrio. Y esa resistencia e incomodidad juegan en nuestra contra. Tener paciencia, centrarte en lo que sí que puedes hacer ahora en vez de en lo que te gustaría, no perder de vista tu objetivo, decirte a tí mismo: Estoy haciendo lo correcto. Tengo confianza. Ya pasará. Esta habilidad es fundamental: Imagínate que estás volando, o en montaña, y cuando las cosas se tuercen, dices: “¡Oh no! No puedo más”. La impaciencia multiplica la adversidad por cinco. Autocontrol emocional. El autocontrol es la clave de la inteligencia emocional: conocerse, controlarse, conocer al otro, gestionar la relación con el otro. Sin autocontrol no hay salud emocional en tu vida. Es en la adversidad cuando solemos tomar las peores decisiones de nuestra vida y por lo tanto cuando más falta hace el autocontrol. Existe un hueco entre el estímulo y la respuesta, y es ahí donde nosotros podemos actuar. Donde somos libres de elegir nuestra reacción. Si pierdes el control, ya no eres libre. Son tus emociones las que te han secuestrado. Es nuestra responsabilidad tomar el control de nuestras emociones. Despacio pero seguro. Cuando vivimos momentos adversos, tenemos que centrarnos en lo que sabemos y podemos hacer bien. Focalizarnos en lo que tenemos a nuestra disposición, no en lo que podría ser o teníamos previsto. Debemos reajustar nuestras expectativas para que no sean un lastre.  Abrir nuestra mirada para facilitar la toma de decisiones. Focalizar nuestra atención en el momento presente y disfrutar de los pequeños avances. Encontrar ideas nuevas en el viento desfavorable. Fluir. Aprender.  Como luchar contra los vientos es inútil, los podemos aprovechar, o mejor cambiar de  altitud. Para ello, debemos conservar, en el curso de cada situación adversa, la perspectiva necesaria para poder hacernos estas preguntas

  •  ¿A qué altitud me encontraba antes y en qué dirección estaba siendo empujado?
  •  ¿Dónde estoy ahora y cuál es mi dirección?
  •  ¿Cuáles son las habilidades o  recursos que he adquirido gracias a la adversidad?
  •  ¿Que puedo aprender de la situación?
  •  

Y tú, ¿te resistes a los cambios?. Cuando todo ha cambiado, ¿sigues haciendo lo mismo? ¿Cómo recuperas el equilibrio en las turbulencias?

Salto de globo
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