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¿Cómo recuperas el rumbo tras las turbulencias?
El viento no suele soplar siempre ni con la misma dirección ni con la misma intensidad. Necesitamos aprender estrategias para desenvolvernos entre los cambios, y sin embargo desde bien pequeños hemos aprendido a mirar el mundo de manera estática y lineal. Creo que cada día es más importante desarrollar formas innovadoras de comportarnos con nosotros mismos y con los demás, fomentar la curiosidad por lo que aún no conocemos para abrir nuestra mirada y entender todo aquello que nos sucede y aprender a afrontarlo, descubrir lo que se esconde detrás de las apariencias, ya que los momento más críticos o más difíciles (que normalmente rechazamos) esconden una oportunidad para aprender, para cambiar de altitud y descubrir nuevas formas de actuar.
Tanto si nos dejamos llevar como si nos dejamos destruir por las circunstancias, todos tratamos de encontrar el mejor modo posible de atravesar las turbulencias. Hemos construido una sociedad en la que no hay espacio para la incertidumbre. Buscamos la seguridad emocional, laboral, económica, física….Y la única seguridad es que todo cambia, todo gira, todo fluye. Lo demás es una falsa ilusión. Aunque seamos excelentes pilotos de globo y tengamos una excelente planificación del vuelo, las condiciones pueden cambiar, pueden aparecer imprevistos o adversidades. Como en la vida. Situaciones que muchas veces tratamos de rechazar, nos oponemos, en vez de aceptarlas con serenidad y cambiar nuestra altitud mental para verlas como una oportunidad de evolucionar.
Te propongo 4 pasos para sobrepornerte a la adversidad una vez que ha llegado: Paciencia. La adversidad es incómoda. Nos resistimos a los cambios que nos hacen perder el equilibrio. Y esa resistencia e incomodidad juegan en nuestra contra. Tener paciencia, centrarte en lo que sí que puedes hacer ahora en vez de en lo que te gustaría, no perder de vista tu objetivo, decirte a tí mismo: Estoy haciendo lo correcto. Tengo confianza. Ya pasará. Esta habilidad es fundamental: Imagínate que estás volando, o en montaña, y cuando las cosas se tuercen, dices: “¡Oh no! No puedo más”. La impaciencia multiplica la adversidad por cinco. Autocontrol emocional. El autocontrol es la clave de la inteligencia emocional: conocerse, controlarse, conocer al otro, gestionar la relación con el otro. Sin autocontrol no hay salud emocional en tu vida. Es en la adversidad cuando solemos tomar las peores decisiones de nuestra vida y por lo tanto cuando más falta hace el autocontrol. Existe un hueco entre el estímulo y la respuesta, y es ahí donde nosotros podemos actuar. Donde somos libres de elegir nuestra reacción. Si pierdes el control, ya no eres libre. Son tus emociones las que te han secuestrado. Es nuestra responsabilidad tomar el control de nuestras emociones. Despacio pero seguro. Cuando vivimos momentos adversos, tenemos que centrarnos en lo que sabemos y podemos hacer bien. Focalizarnos en lo que tenemos a nuestra disposición, no en lo que podría ser o teníamos previsto. Debemos reajustar nuestras expectativas para que no sean un lastre. Abrir nuestra mirada para facilitar la toma de decisiones. Focalizar nuestra atención en el momento presente y disfrutar de los pequeños avances. Encontrar ideas nuevas en el viento desfavorable. Fluir. Aprender. Como luchar contra los vientos es inútil, los podemos aprovechar, o mejor cambiar de altitud. Para ello, debemos conservar, en el curso de cada situación adversa, la perspectiva necesaria para poder hacernos estas preguntas
- ¿A qué altitud me encontraba antes y en qué dirección estaba siendo empujado?
- ¿Dónde estoy ahora y cuál es mi dirección?
- ¿Cuáles son las habilidades o recursos que he adquirido gracias a la adversidad?
- ¿Que puedo aprender de la situación?
Y tú, ¿te resistes a los cambios?. Cuando todo ha cambiado, ¿sigues haciendo lo mismo? ¿Cómo recuperas el equilibrio en las turbulencias?