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¿Cómo reaccionas cuando las cosas van mal?

Encontrar soluciones creativas para grandes problemas es un gran reto, incluso en las mejores circunstancias. El miedo, el cansancio físico y el hastío psicológico son parte integrante de cualquier proyecto retador, de cualquier actividad que te saque del sillón de tu zona de confort. Cuando quieres  lograr los máximos niveles posibles de excelencia, la capacidad para resolver problemas se vuelve crítica, y la necesidad de innovación es vital precisamente en estos momentos de estrés. Y para innovar hemos de cambiar de altitud, tirando por la borda viejas creencias que ya no os sirven e incorporando nuevas habilidades que aún desconocemos. El autoliderazgo es una habilidad importante si quieres dirigir un equipo. También mantener una actitud optimista, aunque mantener un enfoque optimista no quiere decir crear expectativas irreales. Optimismo, cuando estamos en terrenos desconocidos, significa creer que el equipo triunfará a largo plazo. A corto plazo, no obstante, los problemas son inevitables. En nuestro día a día,  raramente nos sorprendemos cuando algo va mal. Se pierden las llaves, el coche no arranca, se olvidan citas o se rompe el ordenador. Sin embargo, no sucede lo mismo cuando nos movemos en terrenos de aventura. ¿Has visto alguna vez a alguien completamente enfurecido por pequeños problemas o incidentes cotidianos? Suele pasar cuando vamos a tope o cuando algo nos da miedo,…. Para liderar con éxito, puedes cambiar de altitud: en vez de esperar que las cosas vayan bien, estate preparado para que todo vaya mal, aceptando la realidad de que en situaciones con altos niveles de incertidumbre y cambio, las cosas irán mal con mayor frecuencia de lo normal. Desde la nueva perspectiva, los problemas gigantescos se convierten en algo cotidiano, parte del viaje. Ahora el reto es movilizar la creatividad de tus compañer@s para encontrar una solución.

Viaje en globo

Cuando Sullenberg, capitán del vuelo 1549 de US Airways, despegó de Laguardia (Nueva York), no tenía pensado convertirse en un héroe. Dos minutos más tarde, se encontraba inmerso en una aventura para salvar las vidas de su tripulación y los 150 pasajeros que iban a bordo cuando un doble impacto con aves inutilizó los dos reactores del avión. El Airbus 320 perdió todo el empuje a baja altitud, cuando iba a poca velocidad y sobrevolaba una de las ciudades más densamente pobladas del mundo. Sullenberg se recuperó del susto del impacto y puso en marcha el protocolo para transferir el control de la aeronave. Habló con su copiloto y simplemente le dijo: «Mí aeronave». Sullenberg llevaba cuarenta y dos años volando,  por lo que era un piloto experimentado. Pero  sabía que ese vuelo, y su aterrizaje, iban a ser algo distinto a todo lo que él había visto hasta la fecha. Ahora estaba volando un reactor de setenta toneladas convertido en planeador.

 

Tras un minuto y cincuenta y dos segundos desde el aviso de la colisión con las aves, y después de descartar el aterrizaje en la pista desde donde había despegado, el piloto llegó a la conclusión de que la única opción viable era un lugar plano y sin obstáculos, lo suficientemente grande como para que pudiera aterrizar un avión de línea en él. Y ese lugar iba a ser el río Hudson.

—Bueno, no estuvo tan mal como pensé, dijo el piloto al finalizar…

 

El éxito de esta fascinante historia, exigió un liderazgo y un trabajo en equipo excepcionales: Los pilotos, auxiliares de vuelo, controladores de tráfico aéreo y trabajadores de rescate, se unieron en un mismo espíritu: Nunca abandones, siempre hay otro movimiento. En palabras del piloto: Durante cada minuto del vuelo, tuve confianza en que podría resolver el siguiente problema. Mi copiloto y yo hicimos lo que hacen los pilotos de líneas aéreas: seguir nuestra formación y nuestra filosofía de vida. Valorábamos cada una de las vidas en ese avión y sabíamos que era responsabilidad nuestra tratar de salvar cada una, a pesar del súbito y completo fallo de motores de nuestra aeronave. Nunca tiramos la toalla. Tener un plan nos permitió mantener viva nuestra esperanza. Tal vez de forma similar, a las personas que se encuentran en sus propias crisis personales (un despido laboral, un deshaucio por impago, una enfermedad) se les puede recordar que por muy penosas que sean las circunstancias, o por muy poco tiempo que se tenga para afrontar el problema, siempre es posible hacer algo más. Siempre hay una manera de salir hasta del rincón más enrevesado. Puedes sobrevivir. Para ello hay de reconocer lo que funciona y lo que no. Cuando una estrategia falle, debemos reconocerlo y cambiar de altitud para encontrar otra. Cuando se agoten los movimientos obvios, hay que seguir buscando movimientos nuevos. Eso sí, cambiando de altitud. No podemos rechazar ninguna idea, por descabellada que parezca, sin antes considerarla en profundidad. Pensar en lo impensable y animar  a otros a que también lo hagan. La inquebrantable creencia de que siempre hay otro movimiento nos dará la energía de buscar soluciones. Y la creatividad nos proporcionará la destreza de encontrarlas. ¿Cómo son tus creencias básicas sobre los problemas y obstáculos? ¿Cuáles son sus reacciones típicas cuando las cosas van mal? ¿Cuál es su nivel de tolerancia hacia los sucesos potencialmente frustrantes?

Viaje en globo
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