Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
¿Qué postura mental adoptas ante un reto?
¿Qué buscas en una actividad desafiante? Los logros de un vuelo en globo o una escalada, importan poco en el amplio orden de las cosas. No crean la paz mundial, no pagan las extraescolares de los niñ@s, ni siquiera te convierten en una persona mejor. El aprendizaje que tiene lugar durante el proceso es, en mi opinión, lo que importa. Una determinada actividad puede resultarte retadora al máximo, lo cual es valioso y te permite aprender sobre ti mismo y ampliar tus posibilidades. Te esfuerzas a fondo, ganas conocimiento personal y aplicas ese conocimiento en cualquier situación para cambiar de altitud. Si algo que esperabas que fuera difícil resulta que es fácil y no te cuesta, entonces pierde la mayoría de sus beneficios. Para mí el reto es motivador. ¿Y para tí?

Además de ser consciente de tu motivación, también es importante darte un espacio para aprender. Esto supone mantener una mente abierta respecto a tus capacidades y tus percepciones sobre las dificultades que estás afrontando. Puede que te veas a ti mismo capaz de alcanzar un determinado nivel o realizar una determinada actividad. A primera vista, esto suena a una simple descripción, pero demasiado a menudo es un problema y una creencia rígida. Muchas personas se dan cuenta rápidamente de que pueden aumentar su nivel simplemente deshaciéndose de su firme creencia de que es demasiado difícil para ellos. Soltando lastre para cambiar de altitud. No llegarás más lejos de donde crees que puedes llegar. Aprender y crecer es un proceso de modificación de tus creencias. Si estás atado a tus creencias, no desearás modificarlas. Cuando te identificas con tus creencias, te anclas a ellas. Sin darte cuenta, te pones a la defensiva cuando están amenazadas. Te sientes amenazado personalmente. Volarás siempre a la misma altitud. Pero afortunadamente, tú no eres tus creencias. Sé consciente de eso. Es importante tomar conciencia para no quedarte atado a tus creencias limitadoras. Para que el aprendizaje sea eficaz, hace falta una mirada abierta que te permita no rechazar información nueva sin antes evaluarla y, si es útil, hacer un intento sincero de incorporarla a tu forma de pensar. Aunque es difícil admitir que somos o nos sentimos cerrados de mente. Nuestro ego nos lo impide. Nos engañamos a nosotros mismos con la idea de que somos objetivos y abiertos, cuando puede que seamos cerrados y dogmáticos. ¿Te ha pasado en alguna ocasión y te has dado cuenta más tarde? Podemos cambiar nuestra apertura de mente, nuestra motivación y nuestra altitud cuando prestamos atención al contenido de nuestro diálogo interior. Nuestros pensamientos dibujan nuestra palabras. Hablamos con nosotros mismos, una parte de nuestra mente consciente con otra. Cuando nos sumergimos en una experiencia retadora, este mecanismo de diálogo parece apagarse completamente. Cuando valoramos un riesgo o nos preparamos para actuar, sin embargo, podemos utilizar y canalizar este diálogo dirigiendo conscientemente su contenido. Un diálogo interior limitado puede malgastar gran cantidad de atención. Si hablas de un modo limitador, tus acciones estarán limitadas. En cambio, si hablas de un modo poderoso, tus acciones serán poderosas.

Hay cuatro técnicas que puedes utilizar cuando hables para influir en tus acciones. Estas técnicas crean un lenguaje consciente. Para dirigir la intención de tu diálogo interno: •Adopta una actitud de posibilidad. •Utiliza palabras de poder que sean activas, no pasivas. •Guía tus palabras en una dirección eficaz. •Habla con preguntas. Primero, adopta una actitud de posibilidad. El diálogo interior que tiene lugar en tu mente contendrá pistas sobre la actitud que has adoptado inconscientemente. Hablar contigo mismo de forma consciente también puede crear una actitud diferente. Si dices, por ejemplo, voy demasiado rápido para aterrizar en ese campo, estás declarando prácticamente que la maniobra es imposible. Esta actitud provocará que no seas capaz de hacerlo. Sin embargo, si tu actitud es la de «esto es posible», y contemplas las situación de una forma positiva, como un reto que tiene que ser superado, y te dices conscientemente «¿qué puedo hacer para aterrizar en ese campo?», implica que ese movimiento es posible y te estás dando posibilidades. Al expresar esta actitud, puedes actuar en la situación.Otra cosa diferente es que al final aterrices en ese campo o no, porque efectivamente, puede ser que vayas demasiado rápido. Lo importante ahora no es si conseguirás o no el resultado, sino la actitud que adoptas. Segundo, utiliza palabras poderosas. Usa palabras que retengan la atención y te mantengan activo. Te propongo un ejemplo de cómo la interpretación de una pregunta y las respuestas resultantes pueden estar altamente influidas por las palabras utilizadas al formularla. Opción 1: «¿Cuál es el mayor problema que encuentras para que tu actividad mejore?» «Mi mayor problema es el miedo a aterrizar con viento». Aquí, el miedo no se relaciona con ninguna acción. La respuesta le coloca pasivamente, bloqueado en la actitud de evitar un aterrizaje con viento. Opción 2: «¿Cuál es tu desafío principal para mejorar tu actividad?» «Mi mayor desafío es saber cómo actuar ante un aterrizaje con viento». Esto es más útil. Saber cómo actuar ante un aterrizaje con viento se orienta más a la acción y tiene el elemento de búsqueda de afrontar el miedo y superarlo. Opción 3: «¿Cuál es tu principal oportunidad para mejorar tu actividad?» «Mi oportunidad principal es practicar aterrizajes con viento de forma segura para no temerlos y así disfrutar más volando, al mismo tiempo de ganar confianza y seguridad». Ahora ya tenemos un plan. Ha indicado la acción específica que puede realizar, y además ha establecido un elemento importante de motivación para combatir su miedo: disfrutar más volando. Tercero, habla de forma asertiva, en una dirección en la que los resultados positivos sean posibles. Es frecuente mantener un diálogo interior pasivo o inverso. Un»ejemplo es «no olvides las llaves». Aquí comienzas por una negación de algo que no quieres que pase. Para el inconsciente esto es confuso e ineficaz. Dispersa la atención. Introduces la idea de olvidar tus llaves y después te diriges a prevenir que esto ocurra. Es más directo decir «acuérdate de las llaves». La palabra acordarse te guía hacia lo que quieres que ocurra. «No te caigas» tiene la misma estructura que «no olvides las llaves». Es mejor decirte a ti mismo «permanece en equilibrio» o «sigue avanzando». Si te centras en avanzar y mantenerte en equilibrio, hay poco espacio mental para preocuparte por caer o de hecho caerte. Tu atención está en hacer algo que te da poder, no en evitar algo que te limita. Cuarto, cuando afrontes un obstáculo, háblate con preguntas mejor que con afirmaciones. Las afirmaciones no te dejan opciones. Si estás en medio de un reto, no sabes si tus afirmaciones van a ser verdaderas o falsas. Sentenciar que «aterrizar en ese campo es demasiado peligroso» te deja en estado pasivo. No estás analizando lo peligroso del aterrizaje ni qué puedes hacer para reducir el peligro. Las preguntas, en cambio, aportan información para considerar y envían una demanda a tu subconsciente para buscar soluciones. Una alternativa podría ser decir ¿cómo de peligroso será aterrizar en ese campo?» y «¿qué puedo hacer para que sea más seguro?» Estas preguntas te mantienen dentro del proceso de solución de problemas. Y tú, ¿Te hablas con preguntas o con afirmaciones? ¿Tu actitud ante un reto es de posibilidad? ¿Tienes conciencia de tus creencias limitantes? ¿Qué haces para lanzarlas por la borda?
